La mayoría de la gente cree que los conceptos “museo” y “niños” son incompatibles. Y es que la imagen que uno tiene de un museo es de silencio, seriedad, carteles de “no tocar”,… lo que para los niños se traduce en aburrimiento. Pero por si todavía no te has dado cuenta, los tiempos han cambiado (en algunas cosas para bien), como es el caso de los museos.
Cada vez son más las los museos aptos para el público infantil o con actividades especiales para los más peques. Hoy os presento un claro ejemplo, el Ecomuseo de la sal de Leintz Gatzaga, donde además de aprender cosas nuevas, disfrutarán disfrutaremos de lo lindo. Y no sólo en el museo.
Allá en la Guipúzcoa profunda (más profunda no se puede porque ya nos pasamos a la vecina Álava), hay un pequeño pueblo encaramado a una ladera llamado Leintz Gatzaga o Salinas de Léniz en castellano. Como su propio nombre indica, es el pueblo más salado de la provincia gracias a un manantial de agua salada que brota a escasos 250 metros del núcleo urbano. Sin duda, esto resulta muy curioso estando a unos 39 kilómetros de distancia (en línea recta) del mar, ¿verdad?
Con la sal como hilo conductor y para dar a conocer la historia de esta villa medieval y la producción de sal (que van unidas de la mano), nació el Ecomuseo de la Sal, o Gatz museoa en euskera, en las instalaciones de la antigua fábrica.
Ecomuseo de la Sal de Leintz Gatzaga
El museo no está situado en el mismo pueblo y aunque existe la posibilidad de aparcar en las inmediaciones, yo te recomiendo dejar el coche en el aparcamiento que está al lado del ayuntamiento y así poder ir dando un paseíto para estirar las piernas, (que sólo son 3 minutos de nada y cuesta abajo) en dirección al Santuario de Dorleta.
Allí, mientras llega el guía, nos da tiempo a investigar los alrededores. En un abrir y cerrar de ojos ya tenemos a “Frank de la Jungla” metido en el río y a “Dora la exploradora” siguiéndole los pasos. Menos mal que llegó enseguida y no dio tiempo a que el resto de la chiquillería fuera por detrás porque esto terminaría como “el rosario de la Aurora”.
Aitor es el encargado de guiarnos en esta interesante visita, que aunque no sea de Gatzaga, es un salado y nos enseña orgulloso todo este proyecto. Todo un proyecto, que además de explicar la evolución de la producción de sal desde la Edad de Hierro y los distintos métodos utilizados durante todos estos años con el museo, han apostado por recuperar la producción artesanal de sal de tipo “gourmet” para su comercialización. ¡Lo que mejoraría cualquier plato con esa sal!
La primera parte de la visita es más teórica y puede ser un poco pesada para los txikis, pero el guía despierta su curiosidad con preguntas y explicaciones sencillas sobre este elemento cotidiano que ellos conocen pero lo asocian al mar.
De primeras Aitor nos desvela el origen y la salinidad del agua, que nos deja a todos encandilados y nos lleva a su terreno. Según los estudios realizados, la concentración de sal por litro de agua del manantial de Gatzaga es de unos 200gr/litro mientras que el del mar es de entre un 33-39 gr/litro. Como para darle un traguito ¿eh?
Y pasamos a la acción. Nos dirigimos a un edificio contiguo donde nos enseñan la manera tradicional en la que conseguían este producto. En Euskadi tropical, el sol brilla por su ausencia durante la mayor parte del año, así que a falta de sol, hay que agudizar el ingenio y buscar otras opciones. Y eso es lo que hicieron. A falta de sol, ¡más madera! como dirían los hermanos Marx.
El método utilizado era la evaporación del agua en “dorlas” (calderas de hierro de poca profundidad), gracias al fuego, fuego lento. Este sistema es lo que diferencia a estas salinas, de las demás que existen en la península ibérica y por supuesto, el producto final. Una sal artesanal de excelente calidad y rica en minerales.
En esta parte del museo, además de conocer distintos tipos de madera, nos llama la atención lo que a primera vista parece un molino de agua. Pasamos al interior y ¡empieza la marcha! La rueda gira, el agua sube y recorre unos canalones hasta llegar a una especie de pilón de piedra. Pura ingeniería actual del siglo XVIII.
A ver esos valientes, que den un paso adelante, porque es hora de probar el agua del manantial. Es increíble pero aun sabiendo que las gotas de agua que vas a degustar son muy saladas, no llegas a estar preparado y ¡sorprende!
Al final de la visita, Aitor propone a los niños hacer un experimento en casa. Ha dicho la palabra mágica: EXPERIMENTO. Eso suena genial y a los niños se les ilumina la cara. Nos dejan recoger agua del manantial en una botella para producir nuestra propia sal en casa, pero utilizando solamente el calor del sol, claro. Nada de fuego en casa, ¡por Dios! Dicho y hecho. Salimos del museo con una sonrisa de oreja a oreja y botellines llenos de agua salada.
El museo es de lo más interesante pero no quiero desvelar todos los detalles, porque creo que hay que verlo, disfrutarlo y saborearlo.
El pueblo de Leintz Gatzaga
Para lo pequeña que es la villa, créeme que da mucho de sí. Hay planes para todos los gustos:
Para los “culturillas”
Existe la opción de hacer una visita guiada por el pueblo. Dentro de las murallas se pueden ver los palacios y casas solariegas de Soran, Elexalde o el de Garro con sus escudos y la parroquia de San Millán.
Justo en pleno cruce de calles, la fuente con 12 caños conocida como “el As de Copas” nos llama. Con la sed que nos ha dejado la sal no nos podemos quedar sin dar un buen trago de agua, ahora sí, de agua dulce. Y otra de las visitas imprescindibles de Gatzaga es el Santuario de Dorleta, dando un pequeño paseo.
Para los “Gastro-fans”
tenemos el restaurante Arrate. En el mismo casco urbano, en la zona alta, este restaurante de comida casera es un clásico. Tiene varias especialidades: arroz con bogavante, garbanzos con almejas, chuletón,… Eso sí, si quieres deleitarte con estos manjares, más vale que reserves mesa (el comedor es pequeño y tiene mucho éxito). Puedes encontrar más información al final del post.
Para los “mendizales” y amantes de la naturaleza
Las opciones aquí son infinitas. Hay tres parques en los alrededores de Gatzaga: Pagoeder, rodeado de hayedos, Iturritxueta con uno de los últimos robledales autóctonos que quedan y Bengoerreka, que está junto al río Deba, donde se pueden ver saltos de agua, abundante vegetación y hasta columpios (importante si vas con niños).
Otra bonita opción es la senda de Hiruerreketa, un recorrido hasta el lugar donde nace el río Deba, que está perfectamente señalizado.
Para las familias con niños
Un pueblo acogedor, pequeño y sin peligro que nos ofrece columpios, una amplia plaza, un frontón cubierto con rocódromo (una pared para escalar) y un ambiente tranquilo y relajado.
Apunta en tu agenda este minúsculo y salado pueblo, Leintz-Gatzaga que no te defraudará, aunque seas más de dulce.
Información práctica
- Otras opciones cercanas para completar una escapada o fin de semana :
- El Ecomuseo de la Sal:
- la entrada son 5 eur para los mayores de 8 años y para los menores la entrada es gratuita.
- Esta abierto de miercoles a domingo. La visita en castellano es a las 13.00h y a las 12.00h en euskera.
- Os recomiendo hacer la reserva con antelación, por telefono o por internet.
- www.gatzmuseoa.com
- Restaurante Arrate :
- Restaurante Arrate:
- calle San Ignacio, 20530 LEINTZ GATZAGA
Tf. 943 71 43 71 - Reservar mesa con antelación.
- Soranetxea Hotel-restaurante:
- Para una escapada en familia también existe la posibilidad de alquilar una cabaña en Gaztainuzketa.
Es por aquí:
El museo tiene una pinta estupenda, y el pueblo una maravilla,lugares con mucho encanto la verdad, besitos.
Muchas gracias por tus palabras Anabel! Un beso!
Que bonitas fotos y que interesante todo el paseo! Me transporté y viajé con ustedes por unos minutos. Mil gracias!
Me alegra saber que sirve para teletransportarte por un instante y disfrutar. Gracias a ti por participar con tu comentario. Estas cosas te dan fuerzas para seguir escribiendo. Un besazo Carolina!
Cómo disfruto con tus escapadas!! Me hace recordar cuando mis padres nos llevaban a descubrir lugares nuevos. Creo que es importante para los niños que se les lleve de viaje, hacerles partícipes de nuestras inquietudes y despertar las suyas,…. ¿Cómo va ese experimento? A ver cuando empezamos a viajar de nuevo, porque me ha gustado mucho esta zona (el pueblo y los parques de los alrededores) y también su gastronomía, no sabría con qué quedarme ente arroz con bogavante, garbanzos con almejas o chuletón ;D Un beso guapísima!!
Pues no se hable más! Os organizo una ruta en menos de lo que canta un gallo! Y tienes toda la razón: es muy difícil elegir! Un beso y gracias un vez más por tu comentario.